Faro de Fisterra

O Camiño do Conde comienza en el punto donde finaliza O Camiño dos Faros, en la bota del Faro de Fisterra. La visión de la puesta de sol engullido por el mar llevó al general romano Décimo Junio Bruto a denominar estas tierras Finis Terrae, el lugar donde se acababa la tierra.

A nuestros pies, la inmensidad del Oceáno Atlántico es recorrida por miles de embarcaciones que día a día cruzan este corredor marítimo.

Tras las quejas del gobierno británico por el naufragio del Great Liverpool el Faro de Fisterra, de primer orden, fue construido en 1853 para señalizar este punto geográfico clave en la navegación. La torre octogonal de cantería mide 17 metros y su linterna, situada a 138 metros sobre el nivel del mar, alcanza más de 30 millas náuticas. Originalmente funcionaba con lámparas de aceite, cambiándose posteriormente a lámparas de incandescencia, que emiten un destello cada 5 segundos.

La constante niebla del invierno provocó que se le añadiera un edificio anexo con una sirena en 1889, la Vaca de Fisterra, para avisar a los navegantes del peligro existente. Hasta hace muy poco, en días cerrados de niebla, emitía un sonido grave que se podía escuchar a más de veinte millas. Ahora mismo no está en funcionamiento.

En 1922 se instala un radiofaro, estación emisora que envíaba continuamente señales que ayudaban a la navegación marítima y aérea, haciendo posible orientarse incluso en días cerrados de niebla. El faro se electrificó en 1931, llegando el haz de luz a una distancia máxima de 31 millas.

En la actualidad, todo está automatizado y seguido mediante satélites: la tecnología GPS y el AIS jubiló a los últimos torreiros de la Costa da Morte.

Al lado del faro podemos ver el edificio del Semáforo, construido en 1879 para comunicar el tráfico marítimo, dar parte meteorológico o emitir mensajes mediante un juego de banderas, utilizando el Código Internacional de las Señales. Estuvo activo hasta 1969. En la actualidad, después de una rehabilitación, es un pequeño y curioso hotel en el fin de la tierra.

El conjunto se completa con la estación telegráfica Marconi, inaugurada en 1916 en el Monte do Facho con un alcance de hasta 400 Km. En la I Guerra Mundial existía también una estación clandestina para apoyar a los submarinos alemanes.

Durante las dos grandes guerras y debido a su estratégica situación, estos mares alrededor del Cabo Fisterra fueron el centro de la guerra submarina. Submarinos que se refugiaban en la ría a la espera del botín o que se acercaban a tierra para aprovisionarse, lo que provocó el nacimiento en la zona de toda una red de espionaje y contraespionaje.

En cuanto a naufragios en las cercanías del cabo, además de la Armada de Padilla de la que hablaremos en su momento, destaca el del crucero Blas de Lezo que, durante unas maniobras navales en 1932 quiso atravesar el canal que separa el islote Centolo de tierra, chocando con dos agujas que no aparecían marcadas en los mapas.

Si miramos para el sur, toda la Ría de Corcubión, las islas de la Lobeira y el imponente Monte Pindo completan este mirador natural. Aquí comenzamos este Camiño do Conde que nos llevará por el interior de A Costa da Morte en un recorrido histórico y etnográfico que te transportará en el tiempo.

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